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Economía

La IA y la Paradoja de Jevons: ¿crecer más rápido o crecer mejor?

La IA y la Paradoja de Jevons: ¿crecer más rápido o crecer mejor?
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La teoría económica nos recuerda que la eficiencia no siempre reduce el consumo, sino que puede ampliarlo. Leer
OPINIÓNLa IA y la Paradoja de Jevons: ¿crecer más rápido o crecer mejor?
  • MERCEDES OBLANCA
18 DIC. 2025 - 17:49DREAMSTIMEEXPANSION

La teoría económica nos recuerda que la eficiencia no siempre reduce el consumo, sino que puede ampliarlo.

Vivimos un momento decisivo. La inteligencia artificial está llamada a transformar la economía y la sociedad a una velocidad que no habíamos imaginado. Su potencial para mejorar la productividad, acelerar la innovación y redefinir modelos de negocio es indiscutible. Sin embargo, en esta carrera hacia la eficiencia, no podemos olvidar lo esencial: las personas.

Si aplicamos la IA sin pensar en su impacto humano, corremos el riesgo de crear valor económico a corto plazo, pero destruir valor social al largo. Un escenario de crecimiento sin empleo puede parecer atractivo en términos de competitividad, pero es insostenible si no va acompañado de oportunidades reales para que las personas se reinventen, se formen y encuentren su lugar en el nuevo paradigma laboral. La historia nos enseña que los avances tecnológicos que no integran a las personas generan desigualdad y fracturas sociales difíciles de reparar.

Conviene recordar que la IA a gran escala aún no existe. Estamos aún en una fase inicial de aprendizaje, experimentación y adopción. Según el estudio Reinvention in the Age of Generative AI, solo un 9% de las empresas globales han alcanzado la capacidad de reinvención continua, y la mayoría se encuentra en etapas tempranas. Esto nos da una oportunidad única: diseñar desde el principio una adopción de la IA que sea responsable, inclusiva y centrada en las personas.

Europa se enfrenta a un reto estructural: mejorar la productividad en todas las industrias para mantener su competitividad global. La IA es una palanca poderosa para lograrlo. Puede multiplicar por cinco los incrementos anuales de productividad y permitir a las empresas redefinir sus cadenas de valor, acelerar la innovación y ofrecer servicios más personalizados. Pero este salto solo será sostenible si se acompaña de una estrategia clara de formación, reciclaje profesional y transformación del talento.

Aquí es donde debemos ser realistas. La automatización y la IA están cambiando la naturaleza del trabajo. Muchos procesos se simplificarán, y algunos roles desaparecerán. Es una realidad que no podemos obviar. Pero también es cierto que surgirán nuevas oportunidades, siempre que sepamos anticipar los cambios y preparar a las personas para los trabajos del futuro. Esto implica invertir en educación continua, en competencias digitales y en modelos de colaboración entre empresas, instituciones educativas y administraciones públicas. No se trata solo de proteger el empleo, sino de garantizar la empleabilidad en un contexto de transformación permanente.

Diversidad

El envejecimiento demográfico en Europa añade complejidad. La disminución de la población activa no puede abordarse únicamente con tecnología. Necesitamos combinar la eficiencia que aporta la IA con políticas que favorezcan la atracción de talento internacional y la integración laboral de los migrantes que llegan a nuestros países. La diversidad, bien gestionada, es fuente de innovación y resiliencia. En ese punto, la IA puede ser un aliado para diseñar procesos más inclusivos y equitativos.

La inteligencia artificial no es una amenaza si la entendemos como una herramienta al servicio de las personas. Personalmente, creo en una tecnología con propósito, que amplifica las capacidades humanas y contribuye a construir sociedades más inclusivas, sostenibles y competitivas. La clave está en liderar con visión, con datos y valores. Esto significa apostar por una IA responsable, que mitigue riesgos como el sesgo, la falta de transparencia o el impacto ambiental, y que ponga a las personas en el centro de cada decisión tecnológica.

La teoría económica nos recuerda que la eficiencia no siempre reduce el consumo, sino que puede ampliarlo. Es la llamada Paradoja de Jevons. Cuando algo se vuelve más eficiente, su uso se dispara. Con la IA ocurre lo mismo: cuanto más productiva sea, más se extenderá su aplicación. Por eso, la respuesta no puede ser frenar su desarrollo, sino acompañarla con formación, regulación y propósito humano. Solo así evitaremos que la búsqueda de eficiencia se convierta en un factor de desigualdad y lograremos que la tecnología sea un motor de progreso compartido.

Estamos ante una oportunidad histórica. Si Europa y España quieren mantener su competitividad, deben acelerar la adopción de la IA, pero con enfoque humano. Porque el verdadero progreso no consiste solo en crecer más rápido, sino en crecer mejor creando valor económico y, al tiempo, valor social. Ese es el futuro que debemos construir juntos.

Mercedes Oblanca, CEO y presidenta de Accenture en España y Portugal.

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Fuente original: Leer en Expansión
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