El campo europeo clama con violencia en la capital belga, en plena cumbre del Consejo Europeo, contra el recorte de fondos agrarios que plantea la Comisión y los acuerdos "desleales" con terceros países.
Un año y medio después de ver inundadas y bloqueadas sus calles por la marea agraria, Bruselas volvió a convertirse este jueves en el epicentro de las protestas de los agricultores europeos, entre ellos un contingente de varios centenares de representantes del campo español. Los detonantes de esta nueva movilización, que congregó en la capital belga y del Ejecutivo comunitario a miles de agricultores (7.300, según la policía belga y unos 20.000 de acuerdo con algunas organizaciones agrarias) y a casi un millar de tractores llegados desde todos los rincones de Europa, fueron esencialmente dos.
De un lado, los recortes que la Comisión Europea plantea en los fondos que se destinarán a la Política Agraria Común (PAC) en los próximos años y la rúbrica definitiva del acuerdo entre la UE y Mercosur, fijada en principio para este sábado en Brasil y que ahora se encuentra en el alambre por la oposición frontal de Francia y la dudas de países como Italia, que pide más tiempo y condiciona su respaldo al tratado a que Bruselas dé "las respuestas necesarias a los agricultores".
Recordando a los momentos de mayor tensión vividos el año pasado, las protestas tuvieron que ser disueltas por la policía belga tras violentos disturbios y ataques a edificios próximos a la sede de la Eurocámara en Bruselas, con daños de distinta consideración, dando lugar a virulentos enfrentamientos entre los agentes y los manifestantes. La multitudinaria movilización se produjo en plena cumbre del Consejo Europeo, donde este jueves y viernes los jefes de Estado y de Gobierno abordan, entre otros asuntos, el futuro presupuesto comunitario, y casi en vísperas de la proyectada firma definitiva del tratado comercial con los países del Mercosur (esencialmente Brasil, Argentina, Uruguay y Paraguay), cuestión que, sin embargo, no figuraba oficialmente en la agenda de la reunión y que este jueves parece abocada, en el mejor de los casos, a un nuevo retraso.
Con el bloqueo y el colapso del centro de Bruselas, corazón a su vez de las instituciones comunitarias, los agricultores y ganaderos de una veintena larga de países mostraron una vez su descontento con las políticas de la Comisión, poniendo ahora el énfasis en el tijeretazo que quiere aplicar a los fondos de la futura PAC, que pasarían de los 386.000 millones de euros actuales a unos 300.000 millones para el periodo 2028-2034 ante la necesidad acuciante del bloque de incrementar su gasto en Defensa. En el caso de España, la asignación mínima propuesta es de unos 37.200 millones, lo que supondría un haircut de alrededor del 18% o, según las propias organizaciones agrarias españolas, unos 877,5 millones menos al año en rentas agrarias.
Los agricultores rechazan de plano que los fondos de la PAC se integren en un fondo único junto a los recursos destinados a otras políticas de cohesión, como pretende Bruselas, perdiendo así su especificidad y "debilitando el Tratado de la UE", como denunció Asaja, movimiento que, según COAG, "enmascara un recorte encubierto sin precedentes y una renacionalización en toda regla". En este sentido, el campo exige que se mantengan los dos grandes pilares actuales de la PAC; esto es, los pagos directos y los fondos para el desarrollo rural, con presupuestos diferenciados, y que las exigencias regulatorias en materia medioambiental se vean acompañadas de apoyo financiero para hacerlas viables.
"Política comercial injusta"
Junto al clamor masivo y generalizado contra los pretendidos recortes de las ayudas agrarias, la renovada marea agraria alzó ayer la voz contra "la política comercial injusta que la Comisión Europea está impulsando y que culmina con el acuerdo con Mercosur", denunció Asaja, añadiendo que dicho pacto comercial "permitirá la entrada masiva de productos agroalimentarios que no cumplen los estándares europeos, generando competencia desleal y poniendo en situación crítica a sectores sensibles como el arroz, el vacuno y los cítricos".
Aunque Mercosur se encuentra en estos momentos en el centro de la diana, no es el único acuerdo comercial contra el que se rebela el sector agrario español, que arremete también contra otros pactos "con países sin estándares equivalentes" y que considera "desleales, en referencia expresa a Marruecos. La competencia extracomunitaria es una queja recurrente del campo español y europeo ante el temor a que esos tratados suponga la apertura de par en par de las fronteras europeas a importaciones desde países con precios por debajo de sus costes de producción y sin cumplir con las normativas que se exigen a los productos comunitarios.
En este sentido y para intentar vencer las reticencias del campo, la UE acordó el pasado miércoles el diseño final de las cláusulas de salvaguardia para el acuerdo con Mercosur, en virtud de las cuales Bruselas investigará los posibles aumentos significativos de productos agroalimentarios sensibles o si estos cruzan la frontera a precios visiblemente inferiores a los europeos.
Antes de los altercados que acabaron con la disolución por la fuerza de las protestas, los representantes de Copa-Cogeca, las organizaciones agrarias europeas convocantes de las movilizaciones, fueron recibidas por el presidente del Consejo Europeo, Antonio Costa, y la presidenta de la Comisión, Ursula von der Leyen. Un encuentro que, según fuentes comunitarias, transcurrió en un clima positivo y productivo, y en el que Costa y Von der Leyen prometieron brindar al sector agrario europeo su "confianza y apoyo" en estos "tiempos de incertidumbre".
Sin entrar en la concreción de detalles, los dirigentes europeos hablaron de un "apoyo firme y sostenido en el presupuesto de la UE, ayuda específica para pequeñas explotaciones agrícolas, explotaciones familiares y jóvenes agricultores, y simplificación para facilitar la vida diaria de los agricultores". Son promesas que los agricultores no escuchan por primera vez y que, de hecho, ayer no sirvieron para apaciguar los ánimos en la calle ni para evitar los violentos disturbios que se produjeron después.
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