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En la serie 'La suerte', David (Ricardo Gómez) prepara sus oposiciones a procurador y, a un tiempo, conduce el taxi de su padre para ganarse unos euros. David cree controlar el mundo o, al menos, el suyo. De pronto irrumpe en él Jero (un ... extraordinario Carlos Bernardino) y se le jodió el Perú. Su discurrir hacia una vida de funcionario se trastoca por la colisión entre esta realidad y la de un torero y su cuadrilla, necesitados de transporte con implacable urgencia. David se convierte en talismán del torero –ahí refulge la superstición de ese arte– y les acompaña durante toda la temporada.
Un metraje que comienza como una alteración española del 'Jo, qué noche' de Scorsese desemboca en una bellísima serie sobre la amistad y el entendimiento del diferente, con sus contradicciones, sus achaques, sus oscuridades, sus extrañezas. Creada por Paco Plaza, Pablo Guerrero, Borja González Santaolalla y Diana Rojo, 'La suerte' (Disney+) dibuja una España del presente donde se cruzan pulsiones pasadas, dejes eternos y ansia por seguir avanzando aunque no se sepa a dónde.
La humanidad de los personajes, desde la mujer del torero hasta Marchena, humillado por su jefe, sobrepasa cualquier pantalla y recuerda a aquella icónica ‘Juncal’ con Paco Rabal: esos hombres se ríen de verdad, se preocupan de verdad, sufren de verdad. «La serialidad celebra siempre el placer de la repetición», escriben Jordi Balló y Xavier Pérez su apabullante ensayo ‘Yo ya he estado aquí. Ficciones de la repetición’ (Anagrama), «pero invoca el placer –sea de manera explícita o encubierta–, el miedo al anquilosamiento, el anhelo terapéutico de regeneración»..
Creada por Paco Plaza, Pablo Guerrero, Borja González Santaolalla y Diana Rojo dibuja una España del presente donde se cruzan pulsiones pasadas
Eso buscan nuestros protagonistas, varones desorientados: mantener su hábitat y, a la vez, regenerarlo, afianzar amistad nueva en un oficio, el toreo actual, crepuscular y mal entendido.
Mención aparte merece el trabajo de Óscar Jaenada. Este actor, un monumento nacional –y, como todos los monumentos de este país, minusvalorado–, con un talento asimilable a los más grandes –pienso en Cassavetes, De Niro, Mitchum, Rabal–, construye con personalidad torrencial a un torero que aglutina siglos de toreo.
Sólo un genio puede condensar tanta historia en miradas, gestos, expresiones y nostalgias. Lo resumió Arturo Pérez-Reverte en un tuit: «Todos están en él: Belmonte, Paula, Talavante, Tomás, Morante...». Esa policromía tan difícil de capturar, esa amargura del ser ajeno a su tiempo, esa comedia al colocarlo en contraste con la rutina, define a los intérpretes inolvidables. Jaenada ya se cuenta entre ellos..
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