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Escritor, columnista, testigo agudo de su tiempo y cronista del alma española con un estilo propio –entre lo británico y lo castizo–, Alfonso Ussía Muñoz-Seca ha sido durante décadas un referente incuestionable del periodismo literario en nuestro país.
Su prosa, afilada y certera, nunca ... buscó el halago fácil ni se doblegó ante modas o presiones. Quienes le han seguido, semana tras semana, reconocen en su voz un raro ejemplo de independencia intelectual. En los tiempos que corren, mantener el tipo de esa admirable manera, es una heroicidad.
Comentarista irreverente y satírico, firma estrella de ABC en los 90, durante medio siglo fue uno de los articulistas de referencia de la prensa española
Por eso, más que un homenaje, el libro 'La escritura indomable' es un acto de gratitud. No solo por lo que ha escrito, sino por lo que ha representado. En sus páginas, más de sesenta firmas –escritores, periodistas, amigos y admiradores– rinden tributo al hombre y a la obra, al estilo y a la coherencia. No se trata de nostalgia gratuita (que Ussía rechazaría sin dudar), sino de memoria viva.
Alfonso Ussía (hijo) ha recogido esa herencia recibida –a veces pesada, otras luminosa–, y con ella ha dado forma a una voz propia
Presentado hace unos días en el Hotel Wellington de Madrid, el volumen editado por Confluencias reúne textos que dialogan con el legado de Ussía. Algunos evocan momentos compartidos, otros analizan su forma de escribir, su visión del país, su audacia humorística. Todos, en definitiva, reconocen en él a uno de los grandes.
Pero la historia no se detiene ahí. Alfonso Ussía (hijo) ha recogido esa herencia recibida –a veces pesada, otras luminosa–, y con ella ha dado forma a una voz propia. En él, el amor por la palabra callejera de Madrid se mezcla con una formación literaria rigurosa, casi secreta, que nace de la búsqueda del padre. Porque todo buen escritor ha de librar su propio combate con el síndrome de Telémaco: el rechazo y el regreso. Y como los hijos de Ulises, también los de los grandes narradores están condenados –o bendecidos– a trazar sus propias Odiseas.
Y lo ha hecho. Alfonso Ussía (hijo) ha encontrado su lugar como narrador. No como heredero que imita, sino como voz que se afirma. Su escritura nace del respeto, no exento de ironía, y crece desde el amor al lenguaje y al ritmo del mundo.
Y finalmente, como debe ser y siempre ha sido –incluso antes de que Dios lo impusiera como decreto–, honra a su padre. No desde el pedestal, sino desde el oficio. Porque más allá del personaje público, Alfonso Ussía (padre) es una forma de entender el periodismo: como arte, como riesgo, como compromiso con la libertad practicada con estilo. 'La escritura indomable' auspiciada por el hijo no es un final, ni una despedida. Es la celebración de lo que permanece.
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